06 junio 2010

Renzo Piano



"La Arquitectura es el reflejo de la sociedad, y es imposible tener una buena arquitectura sin una buena sociedad".


Renzo Piano (Génova, 14 de septiembre de 1937), arquitecto italiano, ganador del Premio Pritzker y uno de los arquitectos más prolíficos de las últimas tres décadas.

Años de formación y primeros proyectos

Durante sus años de formación, Piano no se abstuvo de compaginar los estudios con el trabajo en la empresa constructora de su padre. Esta decisión habría de tener suma importancia en el posterior desarrollo de su carrera, toda vez que fue allí donde pudo empezar a experimentar, sin ataduras, con nuevos diseños y aplicaciones para materiales, algunos de los cuales, como por ejemplo el plástico, los emplearía en futuros proyectos como el del Pabellón de la Industria Italiana en la Exposición de Osaka (Japón) de 1970.

Una vez terminados los estudios y bajo la influencia de su amigo y maestro, el proyectista Jean Prouvé, desarrolló una serie de diseños cada vez más rupturistas con los que pretendía cuestionar paradigmas tradicionales de la arquitectura como la autoría, la perdurabilidad o la rigidez espacial. Bajo estas premisas, proyectó una serie de edificios adaptables, como la Casa de Garrone (Alessandria, Italia, 1966), en los que el propietario podía alterarlos o completarlos según su conveniencia y necesidad.

En ese mismo período desempeñó también una intensa labor docente e impartió clases en su antigua universidad, el Politécnico de Milán, así como en la Architectural Association School en Londres.

En este último centro entabló amistad con Richard Rogers, un arquitecto tan joven e inconformista como él que lo pondría en contacto con la arquitectura metabolista y visionaria preconizada por el grupo vanguardista inglés Archigram. Las afinidades entre ambos les empujaron a asociarse y crear una oficina aún hoy mítica, Piano & Rogers.

Premio Pritzker

El Aeropuerto de Kansai (Osaka, Japón, 1988-1994) estaría entre sus obras más complejas. No en vano, el aeropuerto, asentado en una isla artificial en la bahía de Osaka, debió idearse para resistir los frecuentes terremotos y los ocasionales, pero aún más terribles, maremotos.

La principal innovación del proyecto fue la aerodinámica y ondulante cubierta de la terminal, que, lejos de ser un capricho estético, vino determinada por las investigaciones y los cálculos de resistencia estructural. El éxito de esta obra colosal se confirmó en 1995 cuando un fuerte terremoto sacudió el área de Osaka y en Kansai ni tan siquiera se rompieron las cristaleras.

Otra de sus obras insoslayables es el Centro Cultural Jean-Marie Tjibaou en Noumea (Nueva Caledonia, 1991-1998), en el que aunó las culturas del Pacífico y la modernidad. En 1998, año en que finalizaron las obras del conjunto, Piano recibió en la Casa Blanca de manos del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, el prestigioso Premio Pritzker, considerado el Nobel de la arquitectura.

Jean-Marie Tjibaou, Oceanía

En los últimos años, Renzo Piano ha seguido manteniendo un ritmo de actividad frenético, realizando obras y proyectos por todo el mundo. De entre estos trabajos recientes habría que mencionar el Museo de la Fundación Beyeler (Basilea, 1992-1997), la Remodelación de la Potsdamer Platz (Berlín, 1992-1998), el Auditorio Paganini (Parma, 2001), los tres auditorios del Parque de la Música (Roma, 1994-2002) y la nueva sede del The New York Times en Manhattan (Nueva York), proyecto aún en fase de ejecución.

Renzo Piano no ha dejado de evolucionar y aun de sorprender con cada uno de sus proyectos. Aunque no han sido pocas las voces que lo han calificado como el arquitecto de la alta tecnología, él siempre ha rehusado este tipo de etiquetas: «Cuando el estilo llega a convertirse en una marca, en un sello personal, éste deviene una jaula».

Sus innovadores diseños, lejos de ser casuísticos o ambiguos, como a veces se ha dicho, han sido configurados en estrecha relación con el marco geográfico y cultural en el que están asentados así como con la función y los destinatarios de los mismos. Este sentido ético de la práctica arquitectónica sería, precisamente, el atributo que mejor podría definir la poliédrica y extensa obra de este gran proyectista italiano.

Fundación Beyeler, Riehen, Suiza